Tus lunares, mis pensamientos trastornaron,
ni con tus melados besos se calmaron,
ni tus senos de afrodita, el sosiego;
y por ti deliran, arden como el fuego.
Tus lunares, encandilaron a mi alma,
que desesperado busca tener calma;
en tu rostro te hacen divina y extasiante,
afiligranada nívea piel ardiente.
Tus lunares, desenfrenaron mis deseos
y los convertiste en locos apogeos;
y tu rostro enrojecido delataba,
a tu hermosura. Cómo se agitaba.
Tus lunares me subyugaron sin remedio,
y capitulé ansioso a su asedio;
los besé y acaricié alborozado,
y por tu amor quedé obnubilado.
(Carlos Rafael)
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