Luego será un ayer,
otra vez habrás triunfado;
la luz de la vida aún arderá
y la historia continuará,
aunque estés lejos de él.
Las almas siempre se amarán,
como aquella noche mítica,
cuando el cielo se vistió
de estrellas titilantes;
y los encantos de tu cuerpo
perfumado a rosas,
fue iluminado por la Luna llena.
Tu sonrisa nunca se acobardó,
como cuando caíste una vez,
te erguiste fastuosa y sonriente,
regocijando tu vergel edénico.
Hasta las flores del parque Bolivar,
de tu hermosa ciudad blanca,
sintieron envidia por ti.
Recuerdas ¿verdad?
(Carlos Rafael)