Tu piel tersa, alba y fraganciosa,
es aliciente para mis besos y caricias
itinerantes y frenéticos sobre tí.
Encallan en tu puerta que me incendia.
Hay fuego de pasión inextinguible
en tu introito,
y tú, suspirante, me entregaste sus llaves
en señal irretractable de rendición,
y yo, también me rendí ante tu hermosura
Rosas, jazmines y violetas se alborozaron,
los picaflores tenían ansias locas por tu sabor;
y yo, como brisa de verano, amé todo tu cuerpo,
mis besos llegaron a tus encantos escondidos.
Tus dulces senos apelmazados,
enhiestos
y desafiantes deseaban ser amados;
de sus areolas fluían la ambrosía de tu amor,
y con exquisitez endulcé mis labios sedientos.
(Carlos Rafael)
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