Se aman aún en el silencio
más mutilante,
dolidos sus almas se angustian.
Desde muy lejos,
esconden atroz indiferencia.
Sonríen, están muy alegres
niegan amarse;
empero, sus almas se reclaman
penan y lloran.
Simulan y fingen ser felices.
Eluden lugares y canciones,
pero, no pueden,
la mente también no olvida,
hace que sufran.
Difícil dejar de extrañarse.
Son largas las noches de insomnio,
éllos, ansiosos;
contritos flagelan a sus almas,
crueles sin pausa,
a veces, sus lágrimas desbordan.
Existen abismos que separan
solo por fuera,
no quieren siquiera demostrarlos;
tienen orgullo,
mejor si esconden sentimientos.
Al verse un día en la calle
miran un lado;
se hacen tan fuertes, ni se hablan.
Cómo se ignoran,
aunque desean abrazarse.
Sus almas ni piensan alejarse,
nunca declinan,
padecen estoicos e impávidos;
más se quieren,
se buscan y sufren por orgullo.
Jamás morirán los sentimientos
aunque los nieguen,
el tiempo no mata a dos almas
cuando se aman,
tampoco podrá el orgullo.
Carlos Rafael
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