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MUSA DIVINA

Ella, de belleza irresistible, 

me incendió con pasión. 

¿Cómo contenerme? Fue imposible, 

me abandonó la razón. 


Ella, fraganciosa como la rosa, 

me entregó su candor. 

Era mi poema, mi dulce musa, 

y me amo con fervor. 


Ella, arrellanada, me extasiaba, 

incontenible mujer. 

Yo, la deseaba y la amaba, 

me subyugó con placer. 


Yo, capitulé ante sus caricias, 

desesperado caí;

ella, a su cetro con su delicia

lo conquistó, y viví. 


Carlos Rafael

Imagen de Internet



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