El cielo iridiscente ondulaba,
el céfiro se detuvo estupefacto,
un pájaro repentino deliraba,
y yo, casi errabundo en mi trayecto.
Tu voz ¡oh, con suavidad me cautivaba!
Las flores, con tu aroma se embriagaban;
al sueño, dormir por ti, ya no deseaba;
y yo, sin discernimiento te acezaba.
¿Por qué tengo que amarte demasiado?
Al verte, me encandilas, es inmedible.
Por tí, es que yo me siento extraviado,
por ti es que mi amor es inexorable.
Sin tí, es inconcebible mi existencia,
estás en la melodía de los cantos.
Tu eres de las fragancias, suave esencia,
y siempre me enloquecen tus encantos.
Me dices que soy loquito incurable,
sonríes enternecida, y me abrazas.
Admito que ante ti, soy vulnerable,
dichoso por abrazarme mi guapeza.
Carlos Rafael
Imagen de red