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VERSOS INCONCLUSOS

No. 3

Cuando duermes en mis brazos

pareces una niña indefensa, 

vulnerable a mis besos

y expuesta tu belleza tan intensa. 


Tus cabellos acaricio, 

suspiras y tu cuerpo se estremece, 

me provocas, pierdo el juicio. 

De nuevo, la coyunda acontece. 


Cuando duermes en mis brazos, 

admiro fascinado tu belleza

que reposa en mi regazo.  

Por tí, hasta mi alma se embelesa.


Cuando amas, se despliega

un cielo de estrellas asombradas 

por tu forma de entrega, 

se han vuelto sin remedio perturbadas. 


Cuando amas en tu lecho, 

la Luna, la indiscreta romántica, 

te ilumina en tu pecho, 

te beso y te vuelves volcánica. 


Cuando duermes, en tu sueño, 

me dejas que te ame con locura

que quisiera ser tu dueño

y amarte para siempre sin censura. 


No quisiera que amanezca, 

que el tiempo se detenga al unirnos

y que nunca desfallezca, 

que sea impensable separarnos. 


(Carlos Rafael) 



Imágen de Internet

A LA CASTÁLIDA

De las estrellas del cielo de la noche

tu presencia refulge con derroche,

con tus encantos causaste la locura

del poeta que versa tu ventura.


Entre las flores la más fraganciosa,

tu belleza de fémina copiosa

ha provocado el deseo encendido

del amor que parece prohibido.


Eres la musa del poeta que te ama

y no sabe vivir sin su madama,

irrenunciable te piensa escribiendo,

y por ti, su amor va padeciendo.


Cuando el viento despliega tus cabellos

aturullan al cielo por ser bellos

y tu poeta absorto alucina

convencido que eres su reina.


La ambrosía que guardas en tu busto

es deseo del poeta de buen gusto,

desesperado y loco escanciaría, 

y jamás a tu amor renunciaría.


¡Hay de tu voz! se parece acicate,

melodía sublime para amarte

es la razón del encanto de tu poeta

a quien le clavaste una saeta.


Por tu amor de castálida no duerme,

se desvela el poeta, ya no discierne,

le desespera tu lejana existencia

si dejaras que fueras su querencia.


(Carlos Rafael)




COMO LA BRISA

Tu piel tersa, alba y fraganciosa,  es aliciente para mis besos y caricias itinerantes y frenéticos sobre tí.  Encallan en tu puerta que me ...