La noche te descubre, te desnuda.
Los grillos, asombrados
se inquietan;
la Luna y las estrellas perplejas
te observan.
Es mítica tu belleza etérea e infinita.
La noche te perfuma extasiante,
la brisa te acaricia acezante,
la Luna resplandeciente, incita a que te ame;
y tú, tan encantadora, sonríes inocente.
La noche me reclama que te ame,
deviene tu hermosura del paraiso,
huíste para estar a mi lado como lucero.
No vuelvas mi adorada, yo siempre te esperaba.
Mis manos construirán tu gran parterre,
en donde tu serás la más hermosa.
Mi rosa inmarcesible, fragante,
y embriagante.
Te juro con el alma te amo, hasta el infinito.
Carlos Rafael
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