Aquella estrella, la más hermosa
y radiante de la noche,
descendió deslumbrante hacia mí,
como una brisa del estío,
y tocó con ternura las cicatrices
de mi alma contrita.
Me dijo que, también padecía
dolores insoportables
que terebraban sin cesar su alma,
por la ausencia de su amor.
Mi estrella divina, tenía la sonrisa
jamás vista,
la mas fascinante, de ojos ahítos
de bellas ilusiones de niña angelical,
de amor infinito e invulnerable…
Desde mi ventana, ví que la tarde se moria lentamente;
en la lontananza, se desplegaba
el mágico crepúsculo;
los pájaros revoloteando se iban
a sus cálidas moradas.
Yo, sin poder dormir pensando en tí.
En las noches, miro la infinitud
del cielo orlado de estrellas rutilantes.
Parece que una de ellas me dijera
que vendrás por mí,
para llevarme a la otra vida.
Se aceleran los latidos de mi corazon,
mi alma se inquieta por verte,
se desespera por estar junto a ti,
porque sabe que vendrás una noche por mí.
En el crepúsculo de mi vida, sentado debajo de un sauce llorón,
escudriño el rojo horizonte,
esperando que aparezcas
como una estrella con alas blancas,
y en tu regazo me lleves a donde
te fuiste
aquella mañana de cielo azul..
Carlos Rafael
Imagen de red