Le dije a ella
si le gustaba la fruta manga,
me respondió que sí, que le agradaba
carnosa, dulce y jugosa.
Entonces le dije: ¿como tú?
Ella se puso tan feliz,
y me sonrío maliciosamente.
Ella es una diablilla,
pero, tiernamente angelical,
tanto que ahora se niega y resiste
abandonar mi frágil corazón.
Intenté sutilmente desalojarla,
ella, se aferra con sus dulces encantos,
sonríe provocadora y desafiante.
(Carlos Rafael)
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