¡No me sigas! Así me dijo.
Creí que ella me amaba,
y mi alma, lo atroz predijo.
Jamás volví, me alejaba.
No le dije adiós tampoco,
silentes, ambos nos marchamos.
En mis noches, jamás la evoco,
murió el fuego, lo extinguimos.
Sus promesas ahora yertos,
en nada, trémulos murieron.
Lo vívido jamás fue cierto,
sus besos fríos se escarcharon.
Se contuvo el viento triste,
rozó mis labios endulzados,
sonrió cuando tu te fuiste.
Tus besos fueron abatidos.
El amor, todavía vive,
extraña, mustio, tu presencia,
incesante pasión pervive.
¿Por qué, me duele tu ausencia?
Carlos Rafael