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YA ME FUÍ

Decidí nunca más extrañarte,

prometí nunca más recordarte;

ahora estoy consciente,

mi mente dejó de pensarte.


Caminé disfrutando del aire, 

respiré muy felíz sin desgaire.

Algún compañero decía:

“estás garbo”. Yo sonreía.


Ya existe el día siguiente, 

lo infausto se fue de repente,

tal vez se llevó el viento

que quiso legarme aliento.


Ya se fue el dolor terebrante, 

lo atroz ha quedado distante.

Palabras hirientes han muerto, 

jamás volverá lo incierto.


Me ahogaba sus celos sin causa, 

se volvió mi tortura sin pausa.

¡Y cuánto amaba su vida!

¡Adios, decidí mi partida!


(Carlos Rafael)



PAICA

 Muy alegre en el sarao destellabas,

ataviada de escarlata como rosa.

Atractiva con tu candor extasiabas,

trastornante fue tu imagen de paica.

 

Cual estío tu blanca piel me encendía,

rebosante me sonreías muy coqueta;

me guiñaste tan maliciosa sonriendo,

tus mejillas enrojecidas se pusieron.

 

Tu tipoy casi transparente y rojo

me dejaba ver tus encantos de belleza,

lo sabías y me provocabas al verme

insinuantes tus movimientos los hacías.

 

Fue hermoso cuando bailamos de pronto,

me envolviste con la fragancia de tu cuerpo.

Mientras todos se divertían dijiste:

“nos tenemos que escapar de esta fiesta.”

 

Te amé entre los arbustos del monte,

tu pureza me entregaste con euforia;

encallé donde tus crurales confluyen

alcanzamos desenfrenados nuestro culmen.

 

Tu tipoy humedecido brillaba

y la Luna lo escondió con su ternura;

y volvimos al gran sarao muy felices.

 ¡Ay mi paica, amor eterno juraste!


(Carlos Rafael)







ZAGALA

Sentado en las gradas de un portal

de una vieja casona de la plaza,

donde solíamos amarnos,

soporto impávido el frío glacial

cual filosas espadas en mis huesos.


El viento baja desde las montañas,

su silbido monótono es deprimente,

hasta mi alma se ha entumecido.

Mis lágrimas están enclaustrados

como escarchas en mi rostro.


Morriña que me abate sin piedad,

carcome mi fuerza mortecina.

Duele la infinitud de la nostalgia,

terebra al corazón que aún te ama

sin tu primavera el invierno es cruel.


Tu sonrisa de zagala es imborrable,

está en los pliegues de mi memoria,

intento vanamente proscribirla

pero te resistes, y aún me cautivas.

La primavera jamás ha vuelto a mí. 


(Carlos Rafael)



COMO LA BRISA

Tu piel tersa, alba y fraganciosa,  es aliciente para mis besos y caricias itinerantes y frenéticos sobre tí.  Encallan en tu puerta que me ...