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LA LLEGADA DEL AMOR

La sombra de la noche había llegado,

se encendían las farolas de las calles

el cielo desplegaba fulgentes estrellas;

y el aire aromado a ella, a rosas.


Lucía la ciudad su alfombra de luces, 

parecía que el cielo descendiera

creando un paisaje de hermosas estrellas;

y a mi lado, caminaba espléndida élla.


Su nombre es pureza, también inocencia,

la blancura  de su cuerpo es divina

causante de arrebatos intensos en mi mente.

Se lo dije, me sonríe, me toma la mano.


Su boca de almíbar de labios delgados

con ternura exclamó desde muy dentro:

 "...amor, no me traiciones por favor, no lo hagas".

No sabía que el amor había llegado.

(Carlos Rafael) 

Imagen de Pinterest



NADA QUEDÓ

Nos dejamos caer, 

como hojas resecas

que el viento se las llevó.

Nada quedó de nosotros.


¿Qué nos sucedió?

El fuego que encendimos,

de pronto se extinguió,

ni cenizas han quedado.


Luego, el silencio mutilante. 

Nos alejamos sin un adiós,

ya ni nos soñamos, 

ni siquiera nos hablamos.


Juramos amarnos siempre, 

y olvidamos que ambos

unimos nuestros cuerpos, 

y fuimos pasión unánime.


Ahora, muerde la nostalgia, 

mi alma llora algunas veces. 

Pronto conocerá el sosiego, 

entonces, te habré olvidado. 


Cuando te olvide, 

habrás muerto para mí, 

ni el recuerdo te salvará. 

¡Nada serás en mi vida! 


(Carlos Rafael)

Imagen de Pinterest



ESTÁS DORMIDA


Despierto, y al contemplarte estás esplendente, 

reposa tu dulce sueño arrimado sobre mi pecho.

Tu cuerpo albo suave de pétalo de rosa, pareciera,

como si reclamara mis besos y caricias febriles. 

Tus cabellos rizados, fragmento de la noche,

yacen sensualmente esparcidos sobre tu espalda, 

alborotan agradablemente todos mis pensamientos. 

Tus delgados labios rojos incitan que los bese, 

son fraganciosas como las rosas rojas edénicas. 

Tu blanca mano suave y delicada sobre mi hombro, 

eres mi pertenencia irrenunciable de amor célico;

yo, tu palafrén, y tu, mi amazona irisada de amor

cabalgando desenfrenada  hacia tu cénit épico. 

¡Hay de tu busto! arte de belleza seráfica…

¡Amor, ya despertaste, cuánto te amaba!

De súbito, me abrazas sonriente, y tu suave voz

con ternura de mujer, me dice: ámame por favor. 


(Carlos Rafael)



LA VÍ

La ví boca abajo,  indefensa o agresiva; expuesta o incitante,  de cuerpo bien torneado.  Mi razón huyó cobarde,  su beldad, la obnubiló; no...