Piensa en lo hermoso que fue cuando te amaba,
en los momentos que a besos te deshojaba;
piensa lo fascinante que fue cuando te deseaba,
en los momentos que mi boca te degustaba.
Sabes que esa mañana tu aroma me embriagaba,
y tus lunares incitaban que te amara.
Cómo me subyugaste con tu cuerpo de ondina
que delirante yo besé su parte divina.
Lindo fue conocerte en tu bella rosaleda,
contemplativa, destellante y piel de seda,
dulce y fraganciosa, de sonrisa candorosa,
encandilaba tu semblanza de roja rosa.
(Carlos Rafael)
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