Despierto, y al contemplarte estás esplendente,
reposa tu dulce sueño arrimado sobre mi pecho.
Tu cuerpo albo suave de pétalo de rosa, pareciera,
que aún reclamara mis besos y caricias febriles.
Tus cabellos rizados, fragmento de la noche,
yacen sensualmente esparcidos sobre tu espalda,
alborotan agradablemente todos mis pensamientos.
Tus delgados labios rojos incitan que los bese,
son fraganciosas como las rosas rojas edénicas.
Tu blanca mano suave y delicada sobre mi hombro,
eres mi pertenencia irrenunciable de amor célico;
yo, tu palafrén, y tu, mi amazona irisada de amor
cabalgando desenfrenada hacia tu cénit épico.
¡Hay de tu busto! arte de belleza seráfica…
¡Amor, ya despertaste, cuánto te amaba!
(Carlos Rafael

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