Cuántas veces dimos por concluída
nuestra alocada historia de amor.
¿Y tú, amor? aún te mantienes de pie
e inmutable.
No huyes de mi estrafalaria forma
de complacerte;
no huyes de mi dionisiaca forma de amarte;
no huyes de mi endemoniada forma
de besarte,
no huyes de mi extraña manera
de desearte;
no huyes de mis caricias irrestrictas
y desbordantes.
¿Pero, por qué no te rindes mi amor?
(Carlos Rafael)
No hay comentarios:
Publicar un comentario