Después de una larga noche gélida
que parecía inconclusa,
por fin tuve ánimo para recorrer
las raídas cortinas de la ventana
de mi pequeña habitación.
A mi espalda, la sombra mortal
del pasado, huyó sobresaltado.
Al frente, resplandecía el nuevo
horizonte, aromado de rosas y lirios.
El coro melodioso de los pájaros,
parecen darme una calurosa bienvenida;
el rumor de un manantial claro
y transparente de agua,
me entrega su mensaje de vida;
la suave brisa de la primavera,
acaricia mi rostro y limpia
lo que quedó de mis lágrimas.
Un sabio pájaro en mi ventana,
me da una cátedra magistral
sobre la falsedad del amor,
sobre la perfidia y la mentira...
¡He vuelto en sí, ya no soy normal!
Carlos Rafael
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