Encontré unos fragmentos de "amores proscritos", de épocas aquellas.
"...Entonces, esa mañana de sol, ella, de jeans y blusa roja escotada, de lunares sensuales y sonrisa profusa de ternura, casi recostada divinamente en el sofá rojo, con las piernas entrecruzadas, y después de una clara y fundamentada exposición de motivos de amor para asumir una gran decisión, le dijo dulcemente a él:
- Soy muy intensa y profunda, así que piénsalo muy bien antes que me aceptes. No quisiera que luego te arrepientas. Por favor.
Él, la miró absorto, y sintió que no tenía escapatoria alguna frente a tanta belleza avasallante. Antes de responder (frente a lo que más parecía una intimación sublime de rendición de amor) deliró en su mundo interior, contemplando aquellos hermosos lunares en su rostro angelical. Indudablemente estaba cautivado. Sin vacilación alguna y resuelto, respondió:
- De acuerdo, lo haremos mi hermosa lunareja, serás la musa de mis sueños indescriptibles de amor jamás conocidos.Tampoco te arrepentirás.
Ella, sonrió tiernamente, y ambos, se fundieron en un apasionado prolongado ósculo, cálidamente abrazados e inseparables en unicidad de cuerpos. Sus almas también se habían manifestado, se amaban intensamente.
Y así, empezó una inédita historia de amor entre el otoño y la primavera."
Hoy, me acuerdo de su tersa piel alba enmelada. Le digo, cuando la veo alguna vez, y ella, siempre me sonríe tiernamente.
Yo, aún absorto por los lunares en su fascinante rostro de mujer.
(Carlos Rafael)
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