Las calles vacías, el cielo vacío, las tascas vacías,
todo es gélido, desolación deprimente
y mortuorio,
tan solo veo caminar a los vaciados de vida y amor,
a los cadáveres insepultos que todavía respiran.
Amada mía, tú eres mi vida irreversible
primavera eterna,
mi selva virgen, mi centro de amor célico.
Soy un niño en tu pecho de seda albo donde me arrullas
y me das tu afrodisia divina para mi alma
para mi goce infinito.
Amada mía, vacía vida y amor inédito
sobre mi cuerpo,
seamos indetenibles e invulnerables
en nuestra trayectoria,
prosigamos exultantes amándonos;
el Sol y la Luna,
siempre serán de nuestra pertenecia...
Jamás dejaré de amar cada parte de tí,
o sea etcétera...
Carlos Rafael

No hay comentarios:
Publicar un comentario