Desde aquel atardecer grisáceo,
cuando mustio el viento sollozaba,
y el cielo azul se encapotaba,
ya no volvieron tus besos rosáceos.
Se resecaron las flores del cielo
al saber que jamás regresarías,
que ya nunca, jamás me besarías.
Fue doloroso, no existe consuelo.
Yo te extraño. Mi alma se entristece.
Sin piedad, tu me estás aniquilando,
a sabiendas que aún te voy amando.
Y lo que siento es fuerte, no desfallece.
Indetenible, el tiempo discurre,
y por tí, mi amor va in crescendo,
me parece que voy enloqueciendo.
Mi existencia, mohino transcurre.
Carlos Rafael
Imagen de red
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