Amada, eres imprescindible
como vida endulzante de mi aposento.
Por eso, eres irrenunciable;
te has vuelto de mi vida, su fundamento.
Contigo, yo soy invulnerable,
y tu alma la sustancia inagotable;
existo siempre para amarte,
y tus besos que me hacen desearte.
Vivimos días inenarrables
que discurren horizontes embelesantes.
Culpable eres de inconcebibles
circunstancias de apogeos de dos amantes.
Carlos Rafael - mpl
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