Vanamente intento no pensar en ti,
jamás debí haberte besado,
te he sentido fragante en mis labios
tu loca beldad y diáfana a la vez.
Despertaste pasiones irrefrenables
que fueron aplacadas por tu belleza,
con tu extraña manera de amar.
Luego, cual céfiro le diste quietud a mí alma.
Tus lunares atizaban mis ansias,
te solazabas y sonreías incitante;
eludirte siempre me fue inane.
Lo sabías, y me arrullabas en tu pecho, alongadamente.
(Carlos Rafael)
Imágen de Internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario