tu presencia refulge con derroche,
con tus encantos causaste la locura
del poeta que versa tu ventura.
Entre las flores la más fraganciosa,
tu belleza de fémina copiosa
ha provocado el deseo encendido
del amor que parece prohibido.
Eres la musa del poeta que te ama
y no sabe vivir sin su madama,
irrenunciable te piensa escribiendo,
y por ti, su amor va padeciendo.
Cuando el viento despliega tus cabellos
aturullan al cielo por ser bellos
y tu poeta absorto alucina
convencido que eres su reina.
La ambrosía que guardas en tu busto
es deseo del poeta de buen gusto,
desesperado y loco escanciaría,
y jamás a tu amor renunciaría.
¡Hay de tu voz! se parece acicate,
melodía sublime para amarte
es la razón del encanto de tu poeta
a quien le clavaste una saeta.
Por tu amor de castálida no duerme,
se desvela el poeta, ya no discierne,
le desespera tu lejana existencia
si dejaras que fueras su querencia.
(Carlos Rafael)
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