Cuántas veces dimos por concluida,
nuestra alocada historia de amor.
¿Y tú? aún estás de pie e inmutable.
No huyes de mi
extravagante amor,
de mi dionisiaca forma de complacerte
y endemoniada forma de besarte.
No huyes de mis caricias epicúreas
y deseos irrestrictos de hacerte el amor,
sabiendo que lo nuestro es amor prohibido.
No huyes aun cuando te sorprende el alba
y el sol acaricia tu piel asperjada a miel,
luego de ser amada en la noche de Luna.
No huyes, porque quizá te volví voluptuosa,
o tal vez en verdad me amas como te amo,
irracionalmente, más allá de esta realidad.
No huyes, tal vez porque presientes
que sin ti me moriré, o tal vez ambos,
nos moriremos irreparablemente.
A veces, pienso
que demasiado amor
nos está matando extrañamente,
que quisiera que huyas de mí.
¿Pero, por qué no te rindes mi amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario