Me detuve al pié de aquel árbol del bosque,
dijo que extrañaba el perfume de tu piel,
cuando yo te ceñía contra él para amarte.
Mustio me preguntó por tu ausencia, y lloró.
El silencio del bosque conmovió a mi alma;
ellos, los ruiseñores, reclamaban
tu amor,
sus endechas callaron tiritando de frío.
¿Cómo hacer que entiendan que padezco yo también?
De los árboles, lánguidas y secas cayeron
hojas sobrellevando la angustia del dolor.
Carlos Rafael
Imagen de Internet
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