El poema fue versado por tus besos,
por tu cálido abrazo perfumado,
por las caricias extasiantes de tus manos traviesas
que recorrieron los rincones de mi alma turbado.
No olvido que tus labios deliciosos
permitieron que mis labios los tocara,
como si ellos estuvieran esperando ansiosos
y asperjados a miel para que yo los besara.
Agraciado es tu rostro de ternura
de piel tersa y sonrisa agradable;
embelesante es tu cuerpo con sabor a dulzura.
Con desenfreno me entregaste tu amor perdurable.
Mi querida compañera, detuviste
mi errático vuelo extenuado;
apaciguaste los tormentos de mi alma en ristre,
me arrullaste en tu pecho, y a besos amado.
Mi adorada compañera de caminos
discurridos ¿hacia donde nos iremos?
Ya no importa, si contigo nuestros días son divinos.
Te seguiré donde me lleves, en ahí viviremos.
Ni el tiempo llegará a marchitarlo
ni la muerte logrará exterminarlo,
este amor ya resistió tiempos aciagos, es fuerte;
y no acepta el final, existirá para amarte.
(Carlos Rafael)
Imagen de red
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