Tus lunares, mis pensamientos trastornaron,
ni con tus melados besos se calmaron,
ni tus senos me devolvieron el sosiego.
Yo por vos deliro, eres como el fuego.
Tus lunares, encandilaron a mi alma,
que desesperado busca tener calma.
Es tu rostro que te convierte en cautivante,
afiligranada nívea piel ardiente.
Tus lunares, desenfrenaron mis deseos
que los convertiste en locos apogeos.
Tus lunares, ineludibles provocaban.
¡Ah! que hermosura, cómo te amaba.
Tus lunares me sometieron sin remedio,
y capitulé ansioso a su asedio;
los besé y acaricié alborozado,
y por tu amor quedé obnubilado.
(Carlos Rafael)
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