(Versos libres)
La mañana gozó del aroma de tu piel de verano,
las ventanas de la habitación
se abrieron,
y habían hermosos colibríes,
de colores irisados.
Te acechaban, sabían del sabor de tu boca a miel.
Y tú, fascinada sonreías enternecida,
aún con tu negligé de color albo que trasparentaba
tu belleza insoportablemente
acezada por mí.
Caminaste, hacia la ventana
de nuestro tálamo.
Parecías rosar la alfombra roja de felpa,
caminabas como suave céfiro
acariciando el día.
Te veías espléndida y refulgente
que, los colibríes,
quedaron estupefactos al verte.
¡Enloquecieron!
Carlos Rafael
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