y de apariencia adusta
parecías una flor
que se marchitaba.
¡Inevitable!
Sin calor,
cual severo invierno,
sin vida, imperceptible.
Así te deje ir…
Me dijiste: “¡no me sigas!”
Luego,
te extraviaste
en la sombría historia
de aquella gélida noche
que jamás concluiría.
Patético,
así fue tu triste final,
grotesca tus exequias
de tu falso amor,
de tu hipócrita existencia.
(Carlos Rafael)
No hay comentarios:
Publicar un comentario