Amada Nereyda, cada día eres inevitable,
dejar de amarte es inútil;
en vano te busco, nada sé de tí, y tu insabible.
Dejar de extrañarte es difícil.
¿Por qué nos amamos esa noche, cuando nos desbordamos?
Ahora, errante camino,
mi alma no olvida esa noche cuando nos entregamos.
Lo nuestro ha sido divino.
De pétalos eran esos labios rojos que me alocaron,
su piel, de seda parecía;
su voz y su boca eran dulces, ellas me embelesaron.
Amor tan fugaz se iría.
Carlos Rafael
Imagen de red
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